jueves, 11 de junio de 2009

Una Queja Que NO Me Conviene.

Como estratega de marketing, muchas veces no vemos más allá de lo que los recursos nos pueden ofrecer. Nos centramos en el momento y no invertimos al largo plazo. Vemos como nos ajustamos a las modas y no hacemos como la vieja guardia, sembrar para cosechar; el ritmo lo marca lo fácil y lo que podemos hacer rápidamente y que nos proporcione beneficios en lo inmediato. Preferimos “clonar” que seguir los procesos naturales.

Ciertamente la agilidad de la vida y la proliferación de medios y artículos mediáticos nos lleva a pensar que actuar de esta forma nos puede rezagar en la carrera de la competitividad. Nos no detenemos a pensar que la publicidad fashionista o de moda corta; no crea cimientos fuertes en los valores a quienes le transmitimos los mensajes. Nosotros somos en gran medida parte de los anti valores que hoy día sufre la sociedad a nivel mundial. Es justo determinar que lo que se logra en las publicidades y estrategia actuales, está diseñado para un target (blanco de público) que no quiere pensar mucho que no le interesa más que satisfacer su ego o su necesidad en base a lo que creen que es correcto, es decir, a lo que los estratega de la sicología del consumidor han visto como malo pero corregirlo es más costoso que continuarlo.

Promociones que logren el interés de la integración familiar son cosas del pasado, es mejor promover el consumo masivo de bienes en base al individualismo que lograr un integración familiar, y por que no social. Gran parte de la carga mediática se enfoca en el desarrollo individual, en la forma de llegar a la cima sin importar los criterios para hacerlo y esto preocupa. Te bombardeamos de mensajes que te llenan de estímulos a seguir. Pero ahora yo me pregunto: ¿de que vale ser el mejor si no sabes quienes se han sacrificado para crearte las condiciones de serlo? Y con esto no me refiero a los más cercanos a tu círculo, ni a la educación familiar; más bien a la plataforma social que fue sostenida y que día a día la ponemos a tambalearse por el sistemático e indolente olvido histórico y cultural.

Seremos muy desarrollados en la tecnología y en los métodos, pero las lagunas que hemos dejado por la prisa de mantenernos, han llevado a que tengamos consumidores huecos, sin sentido y lo peor aún, que no se percatan de que están obrando mal, que preferimos sumirlo a la ignorancia sistemática perfumada de progreso y modernidad.

En definitiva, nuestro aporte hace más rico económicamente a quien nos contrata, nos deja nuestros beneficios y los consumidores son estafados en sus principios porque entienden que lo que les ofrecemos es lo que desean y lamentablemente no es así.

Hemos convertido este arte, en un FAST FOOD, donde solo importa el saciar el hambre del momento, porque no podemos sentarnos a esperar en una mesa para degustar la calidad de un buen plato.

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